Una vez que se convirtió en mujer, Atalanta decidió no casarse y mantenerse virgen para consagrarse a la diosa de la cacería, Artemisa. Atalanta vivía en el bosque cazando y llegó a ser una de las mejores cazadoras de Grecia.
Además de estar consagrada a Artemisa, por lo que debía mantenerse virgen, le predijo un oráculo que el día en que se casara, iba a ser convertida en animal. Por ello, anunció que su esposo sería aquel que la venciera en la carrera; y si ella ganaba, mataría a su oponente. Ella siempre vencía y mataba a su pretendiente.
Un joven la pudo vencer mediante un inteligente truco, y se casó con él. Los dos enamorados se acostaron en un templo de Cibeles, y la diosa los castigó convirtiéndolos a ambos en leones.
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